Con esta victoria, un hito que supera décadas de momentos difíciles en competiciones internacionales, Alianza Lima reafirma su presencia en la Libertadores y se prepara para enfrentar a Deportes Iquique en la siguiente fase.
El partido se inició con una carga emocional muy fuerte y, a tan solo cinco minutos, un autogol de Trauco dio ventaja a Boca Juniors. Sin embargo, la respuesta del conjunto peruano llegó rápidamente, pues Hernán Barcos aprovechó un tiro libre para igualar el marcador con un cabezazo que encendió la esperanza en la hinchada blanquiazul.
A medida que avanzaba el encuentro, el ambiente en La Bombonera se volvía aún más tenso. Boca intentaba consolidar su ventaja, pero la solidez defensiva de Alianza Lima y su espíritu de lucha permitieron mantener el empate, a pesar de los intentos del rival por imponer su juego. Cada jugada se convirtió en un desafío que exigía concentración y coraje.
Cuando el tiempo reglamentario terminó y la serie se igualó, la definición se trasladó a la tanda de penales, escenario en el que la presión y la determinación se hicieron palpables. La seguridad y el temple de Guillermo Viscarra fueron clave al detener el disparo decisivo, marcando el triunfo y poniendo fin a una serie llena de emociones y giros inesperados.
Más allá del resultado, esta victoria simboliza el resurgir de un club con una historia de altibajos en competencias internacionales. Bajo la dirección de Néstor Gorosito, Alianza Lima demostró que la unión, la disciplina y la pasión pueden transformar los desafíos en logros memorables, renovando la ilusión de sus seguidores y abriendo un nuevo capítulo en la historia del fútbol peruano.