- Todo aprendizaje es importante para la vida y las actividades en el verano son una invitación al niño para que sea coautor en el desarrollo de su creatividad y ejercite su voluntad.
- Los padres tienen la responsabilidad de conocer las necesidades y los intereses o gustos de sus hijos para definir las actividades que pueden realizar.
En esta época, y tras alcanzar los logros académicos trazados, los niños empiezan un periodo vacacional que coincide con el verano. En este momento, los padres de familia se preguntan si es necesario que sus hijos realicen actividades deportivas, artísticas u otras o si es mejor que refuercen algún conocimiento.
Para María Esther Lozano, psicóloga colaboradora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Piura (UDEP), educar es mirar la unidad de la persona en todas sus dimensiones: corporal o física, cognitiva, emocional, social y espiritual, con la finalidad de lograr optimizar cada una de ellas.
Se logra desarrollar cada una de las dimensiones de la persona mediante los diferentes aprendizajes que pueden ir desde las experiencias más simples y propias de la vida cotidiana hasta los más estructurados.
Los talleres de verano pueden ser experiencias novedosas y positivas o convertirse en momentos de stress cotidiano, por lo que se recomienda que sean experiencias que los ayuden en lo que cada persona necesite estimular o reforzar ya sea expresar o regular sus emociones, canalizar su actividad física, desarrollar su creatividad, sus habilidades sociales.
“Estos aprendizajes deben tener el acompañamiento de los adultos, quienes brindan a los niños confianza y seguridad, porque ellos disfrutan el aprender cosas nuevas, pero requieren que los padres observen y conozcan sus habilidades”, explica la psicóloga.
Teniendo en cuenta las diferencias individuales: “si son niños muy inquietos, las actividades deportivas los ayudarán mucho a armonizar su sistema neurocognitivo, mientras que el arte puede contribuir a que los más tímidos se comuniquen mejor”,
precisa la especialista. Agrega: “Dependerá también de los gustos de los niños, quienes de acuerdo con sus intereses pueden disfrutar, incluso, de talleres de ciencia y tecnología”.
De acuerdo con las investigaciones de las neurociencias, los niños que tocan un instrumento; socializan con mayor facilidad, mientras que al hacer deporte se estimula el funcionamiento del cerebro, a la vez que se combate uno de los flagelos de la actualidad: el sedentarismo.
¿Cómo tomar esta decisión?
Lo primero para los padres es validar y escuchar al niño o adolescente, por lo que deben preguntarse ¿Qué necesita mi hijo en las vacaciones?, ¿estas actividades lo ayudarán a desarrollarse o pueden ser un factor de estrés? ¿Nos podemos organizar para que esté a tiempo en sus clases?, ¿dónde se realizan?, ¿cuánto cuestan estas actividades?, ¿qué otras actividades podemos desarrollar en familia que me permitan pasar tiempo con mi hijo y educarlo para la vida?
Así también, es muy importante conocer al niño o adolescente y saber cuáles son sus intereses, sus necesidades, su carácter, sus aptitudes o fortalezas y sus debilidades. Asimismo, saber qué necesita, cómo aprende, qué lo divierte, para que con esta información se le brinde un entorno tranquilo y seguro capaz de facilitarle nuevos aprendizajes.
¿Reforzamiento académico?
Existe también el caso de niños que no lograron los aprendizajes en el año escolar, por lo que, generalmente, requieren de un reforzamiento académico durante el verano. Resulta importante motivar al niño para lograr los objetivos académicos que necesita conseguir para evitar que “la escuela puede convertirse en un castigo y exponer al menor a un estado de alerta y tensión, por lo que es importante que las lecciones se relacionen con actividades que resulten significativas de la vida diaria”, explica la psicóloga.
Las vacaciones siempre pueden ser una oportunidad para que los niños participen en talleres divertidos y puedan reforzar o incrementar los diferentes contenidos escolares.