Hezbolá confirmó la muerte de su líder Hassan Nasrallah tras un ataque aéreo de Israel, lo que marca un punto de inflexión en el conflicto entre ambos. Israel afirmó haberlo eliminado en una operación precisa y bien planificada. La acción también dejó numerosos muertos y heridos en Beirut. El gobierno libanés declaró tres días de duelo por la pérdida, mientras Irán condenó el ataque como un crimen de guerra y prometió venganza.
El ataque no solo mató a Nasrallah, sino también a otros líderes de Hezbolá, debilitando considerablemente la organización. Esto generó preocupaciones sobre posibles conflictos internos en Líbano, con tensiones entre facciones pro y anti-Hezbolá. A nivel internacional, Estados Unidos apoyó la acción de Israel, considerándola un acto de justicia, mientras que la Unión Europea recomendó evitar el espacio aéreo en la región.