El conflicto en Medio Oriente ha alcanzado un punto crítico desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre.
Los ataques se han extendido más allá de los territorios palestinos, involucrando a Hezbolá, un grupo militante en Líbano. Desde entonces, Israel y Hezbolá han intercambiado fuego casi a diario a lo largo de su frontera. A su vez, las tensiones aumentaron con la muerte de Fuad Shukr, un comandante de Hezbolá, y la posterior venganza del grupo. Israel respondió con ataques preventivos que afectaron gravemente al sur de Líbano, mientras que en septiembre, una serie de explosiones en Líbano dejó víctimas, lo que se atribuyó a Israel.
Hezbolá, fundada tras la invasión israelí en el sur de Líbano en 1982, es considerada la fuerza militar no estatal más poderosa del mundo. Apoyado por Irán y liderado desde 1992 por Hassan Nasrallah, el grupo ha ampliado su poder militar y político en Líbano, a pesar de las críticas internas. Su arsenal, que incluye misiles avanzados, se ha fortalecido con la experiencia de sus combatientes en conflictos como la guerra de Siria.
Hezbolá se financia principalmente a través del apoyo de Irán, aunque ha sido acusado de participar en actividades ilícitas, como el tráfico de drogas y lavado de dinero, lo cual ha negado. A pesar de los continuos enfrentamientos, ambas partes han evitado hasta ahora una guerra total, aunque el riesgo de escalada es alto. Las hostilidades ya han causado graves daños en comunidades a lo largo de la frontera entre Israel y Líbano, desplazando a decenas de miles de personas. Sin embargo, los analistas temen que los recientes ataques puedan desbordar la situación.