Cerca de seis millones de estudiantes de los niveles: inicial, primaria y secundaria retornarán de manera gradual a clases presenciales y unos tres millones de estudiantes universitarios y no universitarios preparan también su vuelta luego de dos años de ausencia por la pandemia de la Covid-19. Este hecho es importante y trascendente por múltiples razones y factores, teniendo en cuenta que el Perú es uno de los países del mundo que ha tardado más tiempo en abrir las escuelas y universidades a causa de la pandemia.
Muchos estudiantes llegarán después de haber perdido: padres, hermanos, familiares y amigos en el camino-incluso algunos de sus docentes-, hecho que los marcará para toda la vida, otros tantos recién se conocerán físicamente y conocerán a sus maestros y unos tantos recién conocerán su escuela, o su universidad, muchos lo harán si tener las competencias necesarias-pero volverán- que es lo más importante.
Es claro que el modelo de educación presencial tiene mayores beneficios en el aprendizaje de los estudiantes, si bien la virtualidad sirvió para seguir el proceso académico en los jóvenes, la presencialidad es vital no solo para el aprendizaje, sino para el desarrollo de habilidades socioemocionales.
Son muchos los beneficios de la presencialidad, según Piñeros, los niños y jóvenes aprenden de manera multicanal, es decir, desde la multisensorialidad y desde el movimiento. Para generar atención en el cerebro se requiere que los circuitos atencionales se despierten y ellos funcionan en la medida en que yo esté conectado emocionalmente, ya sea porque hay movimiento o porque estoy en contacto con otras personas.
Entonces, con respecto al aprendizaje podemos decir que, los niños y jóvenes son multisensoriales; aprenden a través del cuerpo y de las experiencias, en el contacto con el otro, en el contacto con la experiencia del aprendizaje, desde lo material y lo concreto.
Asimismo, el ser humano tiene un cerebro social. Estamos diseñados para estar con el otro. Entonces priman las relaciones interpersonales, la posibilidad de estar en contacto con otras personas.
Aquí el colegio y la universidad juegan un papel fundamental porque es una experiencia social, emocional y espiritual en la que niños y jóvenes van a resolver problemas, a conocer a otros, a conocerse a sí mismos, trabajar en equipo, y a tener iniciativa.
Y todas estas cosas se dan en el encuentro presencial.
Podemos decir que todo el conocimiento y la información que cualquier persona requiere, la puede encontrar en google o a través de cualquier medio virtual. Allí se desarrolla la inteligencia estática. Pero la inteligencia dinámica, es la base del desarrollo del ser humano y requiere ser construida en el ambiente escolar. Esta inteligencia es la que me permite aprender a resolver problemas, a utilizar el pasado, presente y futuro, sentir mis emociones y ser coherente con ellas, a respetarme y hacer empatía.
El éxito del regreso a clases en todo el país dependerá en gran medida de la confianza y colaboración de la comunidad escolar – estudiantes, docentes, personal de apoyo, madres, padres – y de las medidas que tomemos todos, pero es cierto también que las escuelas y universidades no pueden seguir haciendo lo mismo que antes de la pandemia, ahí está el reto, la semipresencialidad se hace necesaria cada vez más.
Como conclusión diremos que el impacto negativo de mantener la mayoría de escuelas y universidades cerradas para los estudiantes en todos los niveles es mucho más alto que los beneficios. La evidencia demuestra que es un error pensar que se está protegiendo a los alumnos cerrando las escuelas; por el contrario, se está afectando su salud mental y sus aprendizajes. Por lo tanto, el retorno a escuelas y universidades debe ser una prioridad, garantizando que este sea seguro, semipresencial y voluntario. Adicionalmente, no se trata de retornar a lo mismo, sino que la educación semipresencial debe tomar los aprendizajes de la pandemia. Así, las estrategias deben estar contextualizadas tomando como referentes las experiencias locales que ya funcionan y concentrarse en fortalecer las competencias socioemocionales en las y los estudiantes, y enseñarles a aprender de manera autónoma. Para ello, es fundamental fortalecer a los docentes para liderar este proceso. Citando a Gerver, “no importan tanto las calificaciones… hay que formar ciudadanos felices que estén más conectados con un futuro de retos”.
Jorge Luis Castañeda Becerra
Director Agencia Perú.