En un mercado inmobiliario dinámico, mantener actualizada la valuación de los inmuebles es una necesidad estratégica para propietarios e inversionistas. La periodicidad con la que debe realizarse esta actualización depende de diversos factores, como la ubicación, las condiciones del mercado y el tipo de uso del inmueble. Sin embargo, Denise Vargas, market research coordinator de Cushman & Wakefield advierte que no hacerlo con regularidad puede acarrear serios riesgos financieros y operativos.
Según el equipo de Valuaciones de Cushman & Wakefield, el tiempo recomendado para actualizar una valuación inmobiliaria varía entre un año y tres años, dependiendo de la finalidad del informe. Para propiedades destinadas a generación de renta o vinculadas a instituciones financieras, la actualización puede ser requerida cada seis meses, según lo estipula la normativa de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS). No obstante, en mercados con alta volatilidad o con cambios constantes en la infraestructura urbana, la frecuencia podría aumentar.
Al respecto, Denise Vargas comparte los riesgos de no actualizar la valuación a tiempo. “No contar con una valuación actualizada puede generar diversos problemas que afectan tanto a propietarios individuales como a grandes inversionistas”, expresó. Entre los principales riesgos destacan:
- Decisiones de inversión erróneas: Una valuación desactualizada puede llevar a sobrevalorar o subestimar un activo, afectando la toma de decisiones en procesos de compra, venta o desarrollo inmobiliario.
- Dificultades en la negociación: Si un inmueble está sobrevalorado, su tiempo en el mercado se extiende considerablemente, lo que retrasa las transacciones. Por el contrario, si está subvalorado, se puede perder rentabilidad en una operación de venta o alquiler.
- Problemas en financiamiento: Las entidades bancarias y fondos de inversión requieren valuaciones recientes para otorgar créditos o financiamientos respaldados por bienes inmuebles. No contar con un informe actualizado podría dificultar la aprobación de préstamos o afectar los términos de financiamiento.
- Impacto en estrategias fiscales y tributarias: La falta de actualización puede derivar en el pago de impuestos inadecuados, lo que podría generar contingencias fiscales o aumentar costos operativos innecesarios.
- Pérdida de oportunidades en el mercado: En sectores en rápida transformación, como aquellos cercanos a proyectos de infraestructura o centros comerciales, una valuación obsoleta podría impedir la identificación de oportunidades de revalorización o desarrollo.
El valor de un inmueble puede cambiar rápidamente debido a diversos factores externos e internos, entre los que se encuentran la oferta y demanda del mercado, proyectos de infraestructura y urbanismo (nuevas vías, centros comerciales, entre otros), condiciones macroeconómicas (inflación, tasas de interés) y normativas y zonificación.
Actualizar la valuación de un inmueble de manera periódica no solo permite conocer su valor real en el mercado, sino que también ayuda a los propietarios a tomar decisiones estratégicas informadas. “Desde Cushman & Wakefield recomendamos a inversionistas y propietarios evaluar la necesidad de actualización con base en sus objetivos financieros y en las condiciones del mercado. Mantener un inmueble con un valor actualizado es clave para optimizar la rentabilidad y reducir riesgos financieros en un entorno inmobiliario en constante evolución”, concluyó Denise Vargas.