Escribe: José Antonio Camborda (*)
Al asumir hoy Gabriel Boric el poder presidencial de Chile, el mundo y, en especial, América y Europa han puesto sus miradas en ese país que era visto como un referente del neoliberalismo, hasta que estallaron las protestas demandando la gratuidad de la educación.
Es la primera vez en la historia que la responsabilidad recae en un grupo de los llamados milleanials, es decir personas con edades entre 24 y 39 años, gente muy joven para asumir tremenda responsabilidad.
Boric y casi la mayoría de su entorno se han formado políticamente en las universidades y en las calle, en medio de las protestas, enfrentados a regímenes conservadores que han permitido que el 1 por ciento de la población se haya adueñado del 26 por ciento de la riqueza en ese país.
La brecha entre ricos y pobres es inmensa.
Lo primero que ha hecho Boric es nombrar un gabinete ministerial con 14 mujeres y 10 hombres. Y entre ellos destacan Camila Vallejos, que será vocera del gobierno y Giorgio Jackson, quien se encargará de manejar las relaciones del Ejecutivo con el Congreso.
El gobierno de Boric no tiene mayoría en el Congreso.
Y enfrenta cinco retos muy urgentes: 1) la crisis económica y la inflación; 2) la aprobación de la nueva Constitución Política de Chile; 3) las dos crisis de emergencia declaradas por su antecesor, Salvador Piñeira: una en el sur, en la región de La Araucanía por tenencia de tierras; y la otra, en el norte, generada por la inmigración; 4) la política exterior; y, 5) la crisis dejada por la pandemia del Covid 19.
Una de las primeras decisiones del joven presidente Boric es la de haber decidido residir en una casa de un barrio popular en Santiago y no en el Palacio de La Moneda. Vivirá en el barrio de Yungay, en el casco antiguo de Santiago de Chile, y no en los barrios lujosos como Las Condes o los llamados barrios altos.
Naturalmente que no han tardado en llover críticas.
Chile fue gobernado con mano dura por Augusto Pinochet, después de haber derrocado al presidente Salvador Allende.
Pinochet privatizó las empresas chilenas, salvo las minas porque los mismos militares se lo impidieron, y su política económica favoreció a un grupo minúsculo que se enriqueció, en perjuicio de las mayorías.
Pero Pinochet, como todos los dictadores amasó fortuna con dineros del Estado. Felizmente, la justicia chilena actuó con decencia y ordenó la incautación de bienes y cuentas bancarias que pertenecieron al general, a su viuda y a sus hijos, adquiridas con dinero proveniente del Estado, y su devolución al Estado.
Pero todavía hay deudas sociales en Chile y ese es el reto que también le espera a Gabriel Boric.
Por eso es que los ojos del mundo están puestos en el joven presidente y su gobierno.
(*) Periodista de diarios del Perú y EEUU, Ex Jefe de Informaciones de La Prensa de Lima, Jefe de la sección política de La República, Director de El Peruano, editor de El Nuevo Herald y periodista en Telemundo, CNN y NBC Canal de Noticias.